La Escuela Nº 228 está ubicada en un majestuoso albardón y solo los baqueanos y repartidores ambulantes saben llegar a este lugar rodeado de aguas con pastos, de pequeños montes y malezas que albergan en sus tardes a cigüeñas, tuyuyúes y pequeñas lavanderitas.
Allí es donde el maestro Pedro Méndez, de General Paz, asiste a dar clases todas las semanas, casi sobre el límite imaginario noreste que separa el Paraje Capará del Parque Nacional Mburucuyá.
A encontrar a Capará
Hay para andar desde el kilómetro 30 de la ruta provincial 86, hasta el paraje de la escuelita 228, más de 4 kilómetros de caminos de agua y arena entrecortada con sonidos de naturaleza y golpes de leñas que mantendrán el horno en constante actividad.
Las doce familias del lugar tienen a sus chicos pequeños en la Escuela y a los más grandes distribuidos en los pueblos y seguramente por todo Buenos Aires.
Siete alumnos dan pelea por aprender en este paraje también denominado Timboí y por estar con el maestro que viene a verlos sacar los cuadernos para estudiar y luego guardarlos para almorzar o merendar en el gran albardón.
Aquí, en esta 5º Sección del departamento General Paz, no existe el agua potable ni la electricidad y la escuela vuelve a ser el centro de atención del pequeño poblado, donde sus habitantes se encuentran a hablar de los planes de la provincia y la nación que cobran para vivir el día a día.
Ya en el año 1967 tuvo abiertas sus puertas el establecimiento educativo, desde que de la localidad de 9 de Julio llegara la señora Telma Luján de Chaín, la primer maestra y Directora de Capará.
En la actualidad los niños de la comunidad dan las clases diarias en este segundo hogar con dos aulas y cocina comedor que cada día es el mundo y el hogar del maestro Méndez.Es el paraje donde el silbido chamamecero del hombre detiene el paso del tiempo, el mismo que se inspira en la cañada fragosa y le enreda de encantos a la naturaleza de los pueblos de General Paz y Mburucuyá.